«Oe,oe,oe,oe…Sodaaa…Sodaaa!»

Hace ya diez años, fue el concierto de despedida de Soda Stereo en Monterrey, al cual asistí sin la compañía de Shakespeare’s Sister, quien desde hace una década no deja de restregármelo en la cara cada vez que hay oportunidad, y aunque durante estos diez años hemos ido un par de veces a ver a Gustavo Cerati, debo de reconocer que eso no ha resarcido el daño psicológico y moral que le ocasionó no ir a la despedida de Soda. Fue por eso que en cuanto supe que los argentinos vendrían a este rincón olvidado del buen gusto llamado Monterrey, inmediatamente pensé que seria un acto impensable ir al concierto sin la compañía de Shakespeare’s Sister…y así fue.

En efecto, amables lectores. Es fecha que no le perdono a Pinball ir sin mi a la despedida de Soda, de hecho todavía le sigo pasando las facturas del psiquiatra en turno. Fue una peladez…como pegarle a Dios. Bien sabía este hombre, que en esta ocasión no le iba a permitir tal insolencia; así que a las 7:00 en punto llegué al lugar de trabajo de Pinball (es asistente de ayudante en una ferretería…no es cierto, ja), con mi out fit de Prada y envuelta en fragancia francesa. Estando ahí, se le ocurrió la grandiosa idea de irnos en Metro. Sí señor: en Metro. Pasa a usted a creer que mis etéreos pies iban a pisar tal artefacto? Pues sí, no me quedó más remedio que treparme a la maligna guagua velóz.

-Pinball, no dejes que nadie se siente a mi lado, no me vayan a pegar los piojos-
-Si, pierde despreocupación, aquí traigo la vara de membrillo para mantenerlos a raya. Oye…por cierto….dejé los boletos en la oficina!!-
-¡!!- Qué qué qué, irigote??-
-Jajaja, no se crea!!-
-&%$”!?¡*-

Nos bajamos del metro entre gente ordinaria y fans con sus camisetotas del concierto puestas.
Un Fan con su camisetota puesta: -Ustedes también van al concierto?-
S. Sister (en voz baja): -Pinball, no le contestes, luego va a querer ser nuestro amigo y mírale la camiseta..es…es de las baratas!!!!-

Nos hicimos los occisos y sin contestarle seguimos nuestro camino como caperucita roja, sin hablarle a nadie…no nos fuera a salir el lobo. Después de darle media vuelta al estadio, llegamos a la puerta por donde debíamos entrar.

El estadio lucía con mucho movimiento, poco a poco se iba llenando, horas antes de que iniciara el concierto había proyecciones de unos sketches cómicos de un pésimo gusto, la realidad es que Soda nunca fue sobresaliente en el asunto del humor, excepto con el humor involuntario (para sustentar tal aseveración cito canciones cómo “Dietético” y “Mi novia tiene bíceps”). Total que todo era expectación y la angustia por la interminable cuenta regresiva nos hacia aventar improperios a los prófugos mandriles de las porras de fútbol, que por equivocación habían entrado al estadio quizás pensando que jugaría el equipo de sus amores. ¡Guácala!

La mayoría estaban prietos y gritaban cosas como: “Oe, oe, oe, oe…Soda….Sodaaa… Oe, oe, oe, oe…Soda, Soda…”

Entre tanto, hacíamos apuestas acerca de cual sería la canción con la cual abrirían. Shakespeare’s Sister decía que con “La célula que explota” (sic) y yo sostenía que sería con “cuando vayas al caribe”. Al final llegamos a la conclusión de que abrirían con “Oh mamá, ella me ha besado” de Pablito Ruiz. Total que en eso estábamos cuando se apagan las luces del estadio y suena la inconfundible guitarra de Cerati, con –lo que mi finísimo oído musical me permite hacer alarde- un La mayor diludido con un Si y un Do sostenido que en ratos se convertía en Re, no era otra cosa más que imágenes de la carrera de Soda abrigadas con el tema de “Sí piensas volver…” muy ad hoc para la ocasión, las imágenes y la música terminaron en menos de un minuto y las luces dejaron entre ver las siluetas de los músicos que ocupaban uno a uno sus lugares en el escenario y a la voz de “buenas noches regios, bienvenidos al juego de seducción”, Cerati rasgó la inconfundible guitarra rítmica para posteriormente iniciar con uno de los solos mas emblemáticos de su carrera: “Juegos de seducción”, Soda estaba de regreso haciendo lo que mejor sabe hacer: aturdir multitudes.

Y mira –amable lector- que Gustavo me aturdió nomás de verle con ésos benditos pantalones que traía puestos. Con una línea de estoperoles que cruzaba a la mitad su impecable trasero y con esa belleza inequívoca de su figura estilizada. Cómo enredarse en esa cabellera rizada y adentrarse en ésos ojos transparentes… perdón, me fui. Todos se resumió en un -“Apachurro”!- vulgar y soez que no pude reprimir al ver a ese gaucho divino, tocando su guitarra apocalíptica.

Uno a uno fueron tocando temas cómo: “Tele-K”, “Imágenes Retro”, “En la Ciudad de la Furia”, “Picnic en el 4B”, “Cuando Pase el Temblor”, “Final Caja Negra” y “Tratame Suavemente”. No había queja por parte de nadie, excepto de su detestable servidor quien no estaba convencido de querer escuchar la música más bonita y bailable de hace 20 años, apenas estaba a punto de quejarme con Shakespeare’s Sister, quien estaba emperrada en sostenerle el micrófono a Cerati, cuando de repente se oscurece el escenario, se escucha una guitarra electroacústica con cuerdas de nylon con un prominente efecto delay, ¡era “Signos”!, en su mejor presentación…nada de versiones unplugged ni bailables…justo con el intro de “Ruido Blanco”, por fin un respiro que me hacia pensar que no estaba yo en un baile de XV años de los ochenta.

Justo a partir de ese momento la actitud de los argentinos sobre el escenario era evidente, estaban disfrutando el concierto. Siguieron con temas cómo “Sobredosis de TV”, “Danza Rota” y “Persiana Americana” (esta canción a mi en lo personal me caga en forma de chopo, pero ni hablar)

A estas alturas, Shakespeare’s Sister se desmadejaba entre ritmos beatnick y elaboraba su propia Danza Rota mientras la poseía la voz de Gustavo. Todo era felicidad, alegría y regocijo entre los vulgares que asistieron al concierto con sus amigos de la secundaria, sin embargo yo estaba seguro que Soda no podría sumirnos en un “baile del recuerdo”, y no fue así. Paradójicamente justo con el tema de “Fue” inicio el viaje electrónico, introspectivo, alucinado y lleno de efectos claroscuros visuales, siguiendo con “En Remolinos”, “Primavera 0”, “No Existes”, “Sueles Dejarme Solo”, “En el Séptimo Día”, “Un Millón de Años Luz”, para simular que se iban con la detestable “De Música Ligera”.

Debo confesar que nos hicieron esperar (y desesperar) con los minutos que tardaron para regresar con el primer encore, pero finalmente sonó el ruido electrónico salpicado con notas aleatorias de guitarra que poco a poco se convertiría en “Disco Eterno”, “Cae el Sol” y “Prófugos”. Nuevamente se despidieron. ¡Ay si, qué casualidad!

Ahora si estábamos casi convencidos de que el concierto había terminado, pero en menos de dos minutos sale de nueva cuenta Cerati para interpretar “Nada Personal” y cerrar el concierto con “Te Hacen Falta Vitaminas”.

Estimados neófitos, sepan ustedes de que acuerdo a mi vasta experiencia en el campo del rock (cómo en tantos otros campos del esparcimiento) puedo decir que un buen concierto tiene cuatro pilares fundamentales sobre los cuales se sostiene:

1) Buena música.
2) Buen espectáculo.
3) Buena actuación del grupo.
4) Buen publico.

En el caso de Soda Stereo, todos los puntos se cubrieron plenamente y (aunque me duelan las puntas de los dedos al escribir esto) lograron darle a Monterrey lo que no pudo Roger Waters, Rolling Stones, U2 ni mucho menos Aerosmith con su sonido de kermese de vecindad.

La realidad es que fácilmente pasaran por lo menos otros diez años antes de que algún grupo de habla hispana logre concretar una gira cómo esta última que ha hecho Soda Stereo que si bien es cierto que estos conciertos no los daban hace 10 años, por lo menos lograron obtener el merito de estar en las grandes ligas de producciones majestuosas en conciertos, porque en las grandes ligas de ejecución musical desde hace más de 15 años que sobrepasaron a muchos de las auto proclamadas leyendas del rock anglosajón.

De la canasteada que nos acomodaron de regreso en el Metro, luego les contamos. Esa es otra historia.