Caminata nocturna

Siempre había escuchado de las presencias que visitan a la gente por las noches, no es que yo sea incrédulo, sino que simplemente nunca había tenido ninguna experiencia paranormal, me limitaba a escuchar las historias, ¡claro esta!, no sin cuestionar en silencio algunos episodios de estas, hacer mis conjeturas y formar mis propias opiniones al respecto. Nada extraordinario.

Una noche mientras dormía, sentí como “alguien” se sentó al pie de mi cama, el colchón se inclinó ligeramente a la altura de donde se encontraban mis pies, cargado hacia la esquina inferior derecha del colchón, para ser mes preciso. Fue entonces cuando abrí los ojos y vi lo que a mi parecer era una persona, solamente que no tenía colores, era más bien de un solo color: blanco humo, o algo así, y completamente traslucido. Estaba sentado al pie de mi cama en una posición que me hacia suponer que se encontraba mirándome mientras dormía.

Me le quede viendo sin decir nada, por que no acertaba a hacer otra cosa y cuando pude tener la vista completamente acostumbrada a la oscuridad empecé a distinguir los detalles, era un hombre joven, tendría cuando mucho unos treinta años, usaba lentes un poco pasados de moda por no decir que eran anticuados, tenia el cabello rizado y muy corto, a pesar de que no estuviera de pie, supuse por la complexión que se trataba de alguien alto, vestía una chamarra, del tipo de un equipo de fútbol americano de alguna universidad, mangas de piel con el resto de tela y algunas insignias de equipo, debajo de la chamarra se distinguía que traía puesta una camisa a cuadros pequeños, como de franela.

Se levantó y sin dejar de verme ni un solo instante empezó a caminar hacia atrás, en mi habitación, desde donde termina la cama hasta la pared mas cercana no hay mas de un metro y medio de distancia, él empezó a caminar hacia atrás con su mirada fija en mi y debido a la total oscuridad del cuarto y a su absoluto color blanco, pareciera que se iba alejando por muchos, muchos metros, lo veía alejarse, perdiéndose en la distancia como cuando alguien se aleja en el horizonte y poco a poco lo perdemos de vista, fue entonces cuando reaccioné y recordé que estaba en mi habitación, luego entonces, no podría caminar mas de metro y medio que es la distancia que hay entre mi cama y la pared, entonces observé nuevamente como lo poco que alcazaba a ver “en la distancia” de esta extraña aparición fue convirtiéndose en un juego de sombras y luces, de esas que habitan en cualquier rincón de una casa a oscuras, y que a veces forman figuras que nos son familiares.

Desde entonces, cada vez que me despierto en medio de la noche y veo que las camisas colgadas en el perchero y el pantalón que dejé sobre una silla parecen formar una silueta humana en la noche, no me asusto, simplemente entiendo que desperté demasiado tarde para ver cuando se iba a desaparecer ante mi mirada, otras tantas si alcanzo a ver la extraña caminata de estos seres hacia la nada, hay veces que se pierden en las sombras del armario, o en una esquina en donde dejo mis guitarras por las noches, incluso sobre el librero que me regaló mi padre cuando era niño, en las figuras que forman las sombras de los objetos que ahí guardo o los que simplemente dejo ahí.

Casi nunca me asustan, casi.