Dos mujeres maduras y profesionistas jugaban golf en una mañana soleada. De pronto después de golpear con el palo de golf a la pelota, vieron con horror como la pelota se dirigía directamente hacia unos hombres que jugaban en el siguiente hoyo. La pelota golpeó fuertemente a uno de los hombres, quien de inmediato juntó ambas manos en su entrepierna, y cayó al suelo rodando y gimiendo lastimosamente. Ambas mujeres corrieron hasta donde estaba el hombre. Una de ellas, la responsable del golpe que tenia al sujeto tirado en tal estado sintiéndose culpable, dijo: «Por favor, déjeme ayudarlo. Soy quiropráctica y sé como quitarle el dolor si usted me lo permite.»
«Ouch, auuuu, no se preocupe señorita. Estaré bien… el dolor se me pasará en unos minutos», contestó el hombre, mientras permanecía en posición fetal, tirado en el césped y con las manos en su entrepierna. Ella insistió nuevamente, y nuevamente el hombre se negó, así estuvieron un par de minutos hasta que finalmente él le permitió ayudarlo; ella gentilmente le separó las manos y lo acostó a su lado, le desabrochó los pantalones, puso sus manos dentro y comenzó a masajear, «Se siente bien?» preguntó sonriente y algo preocupada la dama.»¡Me siento fantástico!» contestó el hombre, «pero el dedo me sigue doliendo…» (¡poñoñoñon!) (Creo que la frase correcta no es «poñoñoñoñon», sino «¡plop!»)
Es una verdadera pena ver que tan deplorable puede ser ese enorme y casi siempre absurdo teatro…
Continua con la tortura…