Hay personas que erróneamente creen que en esta página todo es risas, juegos, jolgorio, y odas al optimismo ¡Pero no! No todo se trata de eso. En el Phineas también sufrimos, lloramos y luego reímos; luego nos acordamos de algo y volvemos a llorar y después a reír para luego volver a sufrir y a llorar. Tal vez suene complicado, pero está en nuestra naturaleza; así nos han educado durante años y si tu, amigo lector, eres mexicano y eres como nosotros los pobres, seguramente también lo haces de vez en cuando. Y si no eres mexicano, o eres rico, probablemente deseas aprender a ejecutar estos complicados ejercicios emocionales cuanto antes.

¿Qué esperas?

(Todo gracias a Paty Chapoy y sus invaluables enseñanzas sobre la crestomatía)

Algunos probablemente han escuchado o leído acerca de las Monitas Secretas de los Jesuitas. Se trata de un «manual» destinado a los superiores de la Compañía de Jesús para aumentar su poder terrenal. El manuscrito en latín fue encontrado entre los documentos del padre Brouthier, último bibliotecario de la compañía en París, conforme a una edición fechada en 1661.

Cabe mencionar que la Compañía de Jesús siempre ha negado su autenticidad, sin embargo resulta un documento bastante interesante sobre las reglas no escritas de la iglesia católica, teorías de la conspiración y un manual imprescindible para aquellos que deseen amasar fortuna al amparo de la fé.

A continuación presentamos unos cuantos artículos de dicho documento. No les prometo que sea gracioso, pero al menos les dará tema de conversación para su próxima clase de catequesis.

Continua con la tortura…

Un buen día me sacaste el corazón sin piedad.
Lo vaciaste y lo arrojaste a la avenida.
Yo me quedé sentada viendo cómo se adhería al concreto
y cómo «El Extra» le tomaba fotos.
Después me sacaste los ojos,
los exprimiste y luego lloraste con ellos.
Te los quedaste -para ver mejor- dijiste- y fué todo.
Más tarde veniste a quitarme el alma y me reí tanto de ti ,
que se te quitaron las ganas de llevártela.
Me reí de tu miseria y tu soledad.
No me devuelvas los ojos, cuélgatelos del cuello
-para la buena suerte-, pero mi alma no te la llevas ni a rastras,
no quiero que después ande como la tuya, penando toda la eternidad
y llevándose lo que no es suyo…lo que era mío.

-Inspector, este caso es sumamente complicado. Creo que el señor O´Farril murió envenenado. Hay espuma blanca que le sale de la boca. Sin embargo también tiene marcas de estrangulación y 15 puñaladas en distintas partes del cuerpo…
-Tal vez los inspectores gusten una taza de té que pueda ayudarlos a meditar mejor en el caso.
-Sí Higgins, traiga el té si es tan amable.
-No deja de ser extraño que les ofrezca té cuando todavía no son las cinco, ¿No les parece?
-Bueno, ahora que lo menciona, yo preferiría una coca-cola light.

Sin disimular mucho, dejé caer una taza de té aprovechando que el perro del Señor O´Farril se encontraba cerca. Cuando el animal se acercó a lamer el líquido del suelo, cayó fulminado en cuestión de segundos.

-¿Qué es esto? ¡El perro está muerto!
-Se lo dije inspector, esto confirma mis sospechas: ¡Esta mansión está embrujada!
-¡No sea ridículo Martin! ¿No ha encontrado aún huellas en el cuello de la víctima?
-No inspector, no presenta huellas por ningún lado…
-Es curioso que siendo el mayordomo, sea yo el único en la mansión que utiliza guantes ¿No le parece inspector?
-Tiene razón Higgins, y con este calor. Que profesión tan difícil la suya…

Con la voz un poco entrecortada y profundamente confundido dije al inspector y a su ayudante:
-Si los señores me disculpan, debo retirarme a lavar mi uniforme y este cuchillo ensangrentado que tengo desde la mañana.
-Vaya, vaya Higgins. No se preocupe, nosotros hemos acabado con esto. Este asesinato es un completo misterio. La línea de investigación será el narcotráfico y esperemos que algún día encontremos al culpable.

Al siguiente día envié una confesión firmada al ministerio y esperé en mis habitaciones a que las autoridades llegaran, sin embargo no ocurrió nada de eso. Esperé dos días más y nadie apareció. Al tercer día me enteré por el periódico que las líneas de investigación apuntaban como asesino a un temible sicario apodado «El Tepocato», y que aunque las autoridades no abrigaban muchas esperanzas de capturarlo pronto, prometían hacer todo lo posible por mantener el órden y la tranquilidad en el resto del país.

Como extraño los viejos tiempos de Scotland Yard…

Me despierto confundido y me levanto, con algo de asombro alcanzo a correr hacia donde debería de estar el automóvil completamente destrozado, pero no hay nada, no están todos tirados en el suelo, luego camino alrededor y no veo a nadie, todos se han ido, todos excepto yo, sigo aquí y nadie viene a verme, lo bueno es que estoy bien pero lo malo es que ya estoy muerto, lo recuerdo después de caminar un rato y toparme nuevamente con mi propia cruz, en fin…mañana será otro día.