Para la buena suerte…

Un buen día me sacaste el corazón sin piedad.
Lo vaciaste y lo arrojaste a la avenida.
Yo me quedé sentada viendo cómo se adhería al concreto
y cómo «El Extra» le tomaba fotos.
Después me sacaste los ojos,
los exprimiste y luego lloraste con ellos.
Te los quedaste -para ver mejor- dijiste- y fué todo.
Más tarde veniste a quitarme el alma y me reí tanto de ti ,
que se te quitaron las ganas de llevártela.
Me reí de tu miseria y tu soledad.
No me devuelvas los ojos, cuélgatelos del cuello
-para la buena suerte-, pero mi alma no te la llevas ni a rastras,
no quiero que después ande como la tuya, penando toda la eternidad
y llevándose lo que no es suyo…lo que era mío.

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