A propósito de Alemania y la actual situación de la política mexicana.

Tengo amigos regiomontanos, amigos mexicanos de otros estados, amigos latinoamericanos de otros países, amigos norteamericanos y amigos europeos. Cuando me reúno con los regiomontanos, normalmente hablamos acerca del orgullo de ser del norte, del mero San Luisito y nos quejamos de cómo con nuestros impuestos sostienen al resto del país; cuando me junto con lo mexicanos de otros estados hablamos de los mexicanos al grito de guerra, el acero aprestad y el bridón y nos quejamos del gobierno federal; cuando me reúno con los latinoamericanos de otros países hablamos de la fraternidad entre los pueblos de Latinoamérica y nos quejamos de la corrupción de nuestros presidentes; cuando me reúno con los norteamericanos hablamos de música y nos quejamos de la guerra en el mundo, pero cuando me reúno con los europeos hablamos de arte y ellos se quejan de que no tienen nada de que quejarse. Saben perfectamente que sus gobernantes gastan los impuestos que ellos pagan en donde mas se necesita, y no saben lo que es tener poco poder adquisitivo y lo peor todo esto es que no tienen la menor esperanza de poder culpar a sus gobiernos de su propia infelicidad.

¿Se imaginan que nosotros tuviéramos que cargar con ese peso? Si nos quitan la ilusión del culpar al gobierno de toda nuestra miseria personal ¿Qué nos quedaría?, ¡Absolutamente nada!, al menos los mexicanos tenemos la ilusión de que si no avanzamos es por culpa de nuestros gobernantes, ¡No por la nuestra! Esto me recuerda que tengo un amigo alemán a quien apodaba cariñosamente como Hitler Jr. Él se quejaba amargamente de las calles de nuestro país, decía que estaban en pésimas condiciones –Según él- en los años en que vivió en su amada Alemania, nunca tuvo que cambiar los amortiguadores de su automóvil, ¡Es mas!, que ni siquiera sabia como eran los amortiguadores, hasta que vivió aquí y a causa del pésimo estado del pavimento de las calles, le tuvo que cambiar de suspensión a su auto. Yo normalmente le decía que mejor se callara el hocico o que se regresara a Alemania, hasta que una vez, en mi recorrido habitual por la ciudad en mi automóvil descubrí la razón del estado de nuestras calles.

Resulta que como cualquier persona, llegué a memorizar los baches, las alcantarillas destapadas, los tramos inestables de pavimento de las rutas que normalmente recorría con mi automóvil, así que no tenia problema para cruzar la ciudad a pesar del pésimo estado de las calles y lo mejor de todo, sin dañar la suspensión de mi auto cuando circulaba por esas rutas. Al poco tiempo de observar a los demás conductores me di cuenta que yo no era el único que sabia el lugar exacto de los tramos en mal estado de las calles de la ciudad, la mayoría de los automovilistas los evadían sin necesidad de que hubiera señalamientos –yo les decía «señalamientos viales», Hitler Jr. les decía «botes con gasolina encendidos de manera peligrosa para los conductores»- y fue en ese momento que lo comprendí todo: Los mexicanos sabíamos perfectamente que el gobierno no iba a reparar esas calles, entonces el cerebro, elaboraba mapas mentales de las calles de tal forma que de haber reparado al siguiente día un bache, hubiera tirado al suelo todo ese proceso mental de ubicación de obstáculos.

Por su parte, Hitler Jr tenia la inocente ilusión de que si –por ejemplo- hoy iba circulando en su auto y caía en algún bache, seguramente para mañana ya estaría reparado el pavimento de esa zona; pasaba mañana y volvía a caer pensando que quizás el gobierno se habían tardado en repararlo pero que pasado mañana ya estaría solucionado el problema, y así sucesivamente día tras día, ¿Por qué?, por que a él su gobierno le echó a perder el cerebro acostumbrándolo a manejar en calles en perfecto estado y cuando por alguna razón había algún desperfecto en sus calles, lo arreglaban inmediatamente evitando así el proceso de la creación de mapas cerebrales de las calles dañadas.

Hitler Jr también tenia datos que eran interesantes. Por ejemplo, él decía que los europeos padecían de “estrés positivo”, es decir; les provocaba estrés no tener nada que les ocasionara estrés –Pobre gente- por eso los jóvenes sentían un vacío terrible en sus vidas lo cual en muchas ocasiones les provocaba depresión y en el peor de los casos los hacia terminar suicidándose o viniéndose a vivir a México. Él –según me contaba- veía que en Latinoamérica y particularmente en México, hay tantos y tantos problemas sociales, económicos y políticos que nadie se quiere morir, la mayoría de la población desea vivir al menos el tiempo suficiente para ver como los que son responsables de estos problemas tienen su merecido, aunque esto difícilmente suceda en la vida real. Visto desde otro punto de vista, gracias a los problemas que ocasionan nuestros políticos corruptos estamos aumentando nuestra esperanza de vida, aunque no así la calidad, pero a estas altura, ¿que más da?.

Hitler Jr. me hizo comprender que yo no era una mala persona, por que -según él-, los alemanes por su carácter frío batallan para estrechar relaciones afectivas con las demás personas; en cambio en mi caso particular, se sentía sorprendido de que usara mi tiempo libre para ver como podía molestar al resto de la gente que no me caía bien, ya que –para bien o para mal- me preocupaba por mantener la calidad de la relación (aunque se tratara de una relación negativa) con la gente que me rodeaba así fuera únicamente para hacerles la vida imposible a los demás. A fin de cuentas, me preocupaba por mantener la relación ¿Será?