Que no nos de pena!…

Pues estamos en el mes de Septiembre y yo me siento igual que todos los días. Para mucha gente, Septiembre representa la época de fiestas patrias, de darle gloria a nuestros tantos héroes y caudillos (sic), de organizar fiestas con harto tequila y música ad-hoc *N.de P.: (no, yo prefiero música de Chente)y de sentirse más mexicanos que Pedro Infante. A mi todo esto me parece un tanto nefasto. Yo creo que “mexicanos” somos todos los días aunque no nos demos cuenta o porque no nos quede más remedio. La realidad es que al mexicano como tal, nunca le falta un pretexto para festejar y aunque la independencia de México no haya sido más que un movimiento con segundas intenciones personales, en donde nadie daba pie con bola, y en donde se dieron un sin fin de tropiezos que al final de cuentas nos llevaron a la “libertad” …. no le hace! La cosa es celebrar aunque no sepamos qué andaba haciendo Doña Josefa Ortiz de Domínguez entre tanto pelado, ni por qué algo que empezó con la frase de “ ¡Vámos a matar gachupines! ” terminó con concesiones y garantías hacia los mismos…

Septiembre me gustaba más de niña…entonces si me sentía yo muy orgullosa de ir a la escuela vestida de Adelita con mi falda de raso verde, blanca y roja con un águila bordada, guaraches de cuero y blusita de manta (en ese entonces sentía un total desprecio por la opinión pública), entonces sí me la creía! Don Miguel Hidalgo y Costilla me parecía entonces más anciano de lo que en realidad era (…y más respetable…) y el paliacate que traía Morelos amarrado en la cabeza, causaba en mi un asombro total porque entonces no sabía yo lo que era la migraña pero me imaginaba que era algo sospechosísimo y muy peligroso. Me encantaban los trajes de cuello alto y solapas enormes de Allende y de Zaragoza; la decoración de la ciudad (bastante corriente, pero muy vistosa), dibujaban las caras de Hidalgo, Zaragoza y Doña Josefa con foquitos, que por supuesto no se parecían a ellos en nada, banderitas, papelinas verde, blancas y rojas, etc, etc. Ni hablar del grito de Independencia, que con el paso del tiempo se ha ido deformando, ya que cada Presidente grita como le da la gana y lo que le da la gana.

Yo quiero mucho a mi país…bueno, no tanto…lo que sí es cierto es que en definitiva, debemos aceptar nuestra “mexicaneidad mediocre” . Que en verdad nos sigamos sintiendo mexicanos no solo en el mes de Septiembre (que ya está por terminar), sino que sigamos siendo mexicanos cuando andamos de “shopping” en McAllen o en Laredo (no creo que todos vayamos a Los Angeles cada mes….o cada …nunca!), que sigamos siendo mexicanos cuando andamos de vacaciones en la “South Padre Island” (mejor conocida entre los regios como “La Isla del Pobre”, que en lo personal se me hace un lugar nefasto para vacacionar) Que no nos de pena vestir Calvin Klein, Donna Karan o ropa del fascista de Tommy Hillfigher (no le hace que no seamos caucásicos europeos de 1.85 de estatura) en vez de comprar nuestra ropa en “Ropa de Aguascalientes” o en Morelos; ni que nos de pena el día del grito, emborracharnos con Absolut, Hennessy, Johhny Walker Blue Label, en vez de consumir lo nacional que debiera estar más “in” en éstos días: Tequila Centenario, Don Pedro, Presidente, mescalito de dudosa procedencia, ya de perdido Don Bucho, lo que sea es bueno y sirve para el mismo fin. El caso es aceptar nuestra identidad nacional con todas sus debilidades y pormenores , no importa que a veces nos convirtamos en verdaderas “malinches” (pobre Malinche, bastante ha sido vitupereada sin tomar en cuenta que todo lo hizo por “amor”, ja).

Mi despertar patriótico estuvo a cargo de mi abuelo materno, que era un tipazo con ideas políticas bastante radicales y algunas de izquierda, con quien pasé gran parte de los años de mi niñez y a quien le agradezco el haber confeccionado gran parte de mi personalidad. También a las lecciones de civismo e historia de México de mi abuelo , atribuyo el peor regaño escolar que tuve en mi vida al yo declarar muy oronda, ante la maestra y mis compañeros de 4º. Año de primaria que -“Benito Juárez fue uno de los peores traidores de la Patria…”- textual. Por supuesto a esta declaración siguió un silencio general por parte de la maestra que me veía con los ojos del tamaño de dos platos y mis compañeritos que casi rompían a llorar. Acto seguido, regresé a mi casa con una papeleta engrapada en mi suéter en la cual la Directora del Colegio, citaba a mis papás para hablar sobre las ideas políticas de su infanta de 8 años en los años 70’s. Como podrán ver, arrasé con el encanto que provocaba en la mayoría de mis compañeritos “El Benemérito de las Américas” y sigo siendo mexicana….no me da pena.