Que embriagante felicidad es ser católico y ¿saben por qué? Pues porque siendo católicos podemos aspirar a ser santos y ¿saben qué es lo que ganamos cuando nos convertimos en santos? ¡Claro, acertaron, ganamos el increíble poder de que nuestro cadáver se vuelva incorruptible! No, no se desmayen, es cierto.
¡Que dicha, obtener tan fantástico don de la providencia! Lo mejor de todo es que al volvernos incorruptibles, nuestro cuerpo será exhibido en alguna catedral y miles de feligreses nos verán a través de una vitrina a diario y serán testigos del “milagro” y dejarán dinero en las catedrales. No se ustedes, pero yo no puedo esperar para convertirme en santo.
En esta página se muestran distintos casos de cuerpos incorruptibles de santos. Sean testigos de la serena belleza de Santa Bernardette, observen al Papa Juan XIII entreteniendo a un extenso grupo de feligreses, ni la mujer barbuda del circo local tendría más público. Deliren con la apropiada música que acompaña a cada galería…
…Ah, hablando de cuerpos incorruptibles, todos sabemos que Rasputin era un monje y si bien no fue un “santo” al menos una gran parte de su cuerpo si es conservada celosamente en este museo en Rusia…