Be my fucking Valentine and drop dead

El Día de San Valentín, desde que tengo memoria, siempre ha causado en mi una especie de total perplejidad que va desde el nerviosismo irracional, hasta la pasteurización parcial de mi entendimiento. Toda la parafernalia que envuelve al día del amor y la amistad (sic), me parece a parte de kitsh, bastante incómoda. Digo, ya de por sí es bastante surrealista estar enamorado (en el mejor de los casos) o tener un amigo que nos soporte (casi siempre, muy a su pesar). Con esto me refiero a que hoy en día, encontrar a alguien que tenga la enferma pasión de pasar el tiempo con nosotros sin explicación coherente alguna y que se le haya hecho maña decirnos que nos ama cuando así lo crea conveniente, es algo sorprendente. Porque en general, el ser humano en cualquiera de sus facetas, es detestable la mayor parte del tiempo, pero una vez que se aproxima el Día de San Valentín, la mayoría de esta gente, sufre una transformación insólita que va de ser un gusano putrefacto hasta convertirse en una bella mariposa tecnicolor.

Todo este circo, maroma y teatro, supongo yo que se debe a esa necesidad imperante de afecto que es inherente al ser humano y de la cual, desgraciadamente, no puede prescindir. Pero ¿Porqué tanta machincuepa para darle a entender al otro que el corazón nos da un vuelco en el pecho (qué bella imagen!) cada vez que lo tenemos cerca? ¿Que nuestros ojos se vuelven dos palomas asustadas en el espejo del agua, si nos mira…? (qué bella analogía!!).
¿Cómo decirle al otro(a) que su boquita de fresa nos parece un poema y que en un arranque de calentura e inestabilidad de adrenalina….queremos todo! Con él(ella)? Pues la verdad, está de risa. No sé en que momento al hombre se le ocurrió dejarse arrastrar a territorios insospechados por el romanticismo barato y telenovelero que ha llevado a dejar el concepto de amor en un plano muy desmejorado que nada tiene qué ver con la realidad.

A San Valentín, como se dice vulgarmente, lo absorbió el sistema. El amor e incluso la amistad, se resumen en miles de baratijas de mal gusto que nadie en su sano juicio debería comprar…mucho menos regalar. Será que me da la “migraine” nomás de ver a Ziggy en una tarjeta (ni hablar de conocerlo en persona!!), me provoca un terror irracional. No sé por qué si a la mayoría de la gente le parece un encanto de ternura…a mi se me figura que no trae buenas intenciones. Cómo lo había dicho en un post anterior…regalar es un arte, y todo lo referente a este día, casi siempre se limita a corazones, cupiditos, chocolates, tarjetas, peluchitos inútiles y horripilantes que solo causan alergias, flores, camisetas impresas con una foto de la pareja dentro de un corazón (creen que vestirse iguales le provoca ternura a la gente…a mi en lo personal me dan ganas de echarlos a los leones mientras como uvas. Entiendan: Se ven como imbéciles!!). Pero bueno, no podemos pedir originalidad ni buen gusto cuando la celebración en sí, no se presta para este fin y si a esto le agregamos que no se puede llegar muy lejos con el cerebro que la mayoría de la gente posee….estámos fritos y a merced de que nos regalen cualquier cantidad de basura irredenta.

Pero no le hace! a la mayoría de la población, le encanta hacer público su amor y andan despertando gente a media madrugada con serenatas idiotas nomás porque al sujeto en cuestión se le subieron las copas y le dieron hartas ganas de cantar “Novia mía, cascabel de oro y plata, tienes que ser mi mujer…por llevarte a los altares, cantaré con alegría, que sin ti no quiero a nadie, novia mía, novia mía..” Cuestión que a nadie le importa ni a las 3:00 de la mañana ni a ninguna hora. Pero el que lleva la serenata, no cae en la cuenta de sus berridos de marrano atorado, ni cae en la cuenta de que anda todo orinado porque en el sopor de la borrachera, ni sintió a qué horas se le salió la pipí. Muy vergonzozo.

También debemos recordar a quienes tienen una enferma pasión por poner mantas colgadas en lo puentes peatonales con leyendas cursibérrimas como: -“Cuquis..Te Amo!! : Rubén”- A parte de que es una frase que carece totalmente de sentido para todo mundo, menos para Cuquis, la manta en sí, pone de manifiesto la imbecilidad de los involucrados, que seguramente a la vuelta de un mes romperán la relación y le dan permiso a la opinión pública (sobre todo a quienes los conocen) de hacer pedazos sus respectivas reputaciones. Huelga decir que todo esto se lo merecen por idiotas.

Pero en términos de demostrar nuestro amor, cada quien hace lo que puede, que –Oh, fatalidad!- suele ser muy poco. Tomemos como ejemplos otros casos:

La poesía
Considerada por muchos como la bandera romántica por excelencia, la poesía solía surtir efecto en las castas doncellas que frecuentaban las tertulias hace años en dónde el enamorado solía marearlas con dulces poemas como:
“Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.” Que después de 10 años de matrimonio podría cambiar a: “Me gusta cuando te callas y cuando te largas, y estás lejos de mi y mi cartera no tocas. Parece que los ojos se te hubieran volado y un golpe te cerrara la boca” Versión infinitamente inferior y nula de métrica y elegancia, pero tal vez más cercana a la realidad.

Si deseas transmitir tu amor por medio de la poesía, debemos advertirte que nunca debes abusar de ella, ya que puedes acabar como el triste caso de (el conocidísimo) Don Diego de Singuenza y Figueroa que al final de su vida, no lo entedía ni su madre, ni mucho menos el Marqués de la Laguna:

“Si al alto Apolo la sagrada agrada piedad Troyana, a que debida vida tanta asegure, que eximida mida del velóz tiempo en la jornada nada…”
Soneto de Ecos al Marqués de la Laguna. (esto está del nabo, nabo! A parte, qué tenía que estarle escribiendo Don Diego de Singuenza y Figueroa al Marqués de la Laguna??, qué rarito, no?).

La música.
Muy bien, la poesía requiere de mucho esfuerzo y talento, y en estos días en dónde Niurka y Bobby rigen la escena del amor con puños de hierro, ha quedado tristemente olvidada en esos grandes recintos, -que no recuerdo como se llaman, dónde suelen guardar libros.

Aún así, queda para el enamorado y enamorada la ingeniosa opción de la música; sencillo recurso del cuál cualquier badulaque puede hacer uso. Tomemos como ejemplo la profundísima canción convertida en himno del noviazgo:

Somos novios
pues los dos sentimos
mutuo amor profundo
y con eso
ya ganamos lo más grande en este mundo.
Nos amamos
nos besamos
como novios, nos deseamos
y hasta a veces
sin motivo o sin razón nos enojamos.
Somos novios
mantenemos un cariño limpio y puro
como todos
procuramos el momento
más oscuro
para hablarnos
para darnos el más dulce de los besos
recordar de qué color son los cerezos
sin hacer más comentarios
somos novios
sólo novios
siempre novios.

Aunque para el enamorado/a amateur escribir una canción así para su amado/a puede parecer una empresa difícil, no lo es tanto. Observen lo siguiente y confiesen si no son capaces de escribir lo mismo durante su peor malviaje de Nembutal y coca-cola:
“Nos amamos,nos besamos, como novios, nos deseamos y hasta a veces sin motivo o sin razón nos enojamos.” ¿¿Qué, qué, qué??

Así mismo analicen la siguiente estrofa:
“Somos novios, mantenemos un cariño limpio y puro, como todos procuramos el momento más oscuro, para hablarnos, para darnos el más dulce de los besos, recordar de qué color son los cerezos”

¿Cómo pueden mantener un cariño “limpio y puro” si buscan “como todos, el momento más oscuro” y ¡Aparte! “para recordar de que color son los cerezos” ¿¿De qué diablos hablan?? (¿Será algún extraño fetiche?).

Como podrán darse cuenta, el escribir una canción romántica para esa persona que aman, es de lo más sencillo y cualquiera con más de dos dedos de frente, lo puede intentar, nomás que no deja de ser cursi y nada interesante.

Y así como estos ejemplos, hay miles; la gente siente la urgente necesidad de demostrar a toda costa cuanto ama a los demás, aunque sólo sea un día al año y aunque sea sólo para sentirse ellos amados a la vez.

En definitiva, apoyamos al maestro Jaime Sabines cuando sabiamente escribió: -“Las mejores palabras de amor, están entre dos gentes que no se dicen nada”-