Antología Canina, Capítulo II

«Pues no se, pero yo creo que le hicimos un favor al correrlo del grupo, de lo contrario no se hubiera casado, no tendría hijos y seguiría juntándose con nosotros todos los domingos para desayunar»

Pinball Wizard, Agosto 1991

Empezamos a trabajar en la nevería, al tiempo que ampliábamos nuestros horizontes musicales, y perfeccionábamos día con día nuestra técnica en ejecución musical, empezamos a darnos cuenta que había grandes semejanzas entre nuestra historia y la de The Beatles, sin contar por supuesto que ellos eran ingleses, talentosos y además de todo eso, eran el grupo de rock mas influyente del siglo XX, pero teníamos puntos de coincidencia como que ambos grupos teníamos un buen ritmo a pesar de contar con un baterista narizón, ambos grupos teníamos un bajista y guitarrista que tenían una amistad añeja, y ambos grupos teníamos a un integrante que de no ser por su talento para tocar, no lo hubiéramos aceptado; todo parecía embonar perfectamente, si The Beatles eran el mejor grupo del sigo XX nosotros podríamos ser el mejor grupo del siglo XXI, sonaba justo,….estábamos e acuerdo con ello, así que manos a la obra.

Sin embargo, Nacho una vez más nos hizo ver nuestro error…

Sin embargo, Nacho una vez más nos hizo ver nuestro error, y no contento con los puntos de coincidencia con The Beatles, nos hizo notar que él por si mismo, tenia la personalidad de Lennon, el talento musical de Mc Cartney, la sobriedad de Harrison, y la amistad leal de Ringo, evidentemente no estaba ni enterado que para ese entonces, sus días como talentoso y bien parecido del grupo, estaban por terminar.

El trabajo en la nevería resultó ser como lo que sonaba en un principio, una fuente de ingresos segura, un medio para conocer más la música de los años sesenta y una actividad que nos unía más como banda, el único inconveniente era que todos descansábamos diferentes días y los ensayos cada vez eran más difíciles de llevarlos a cabo, aun así, Phineas compró su bajo eléctrico y su amplificador, Carlos compró su batería de juguete y yo compré mi guitarra eléctrica y mi amplificador, la única persona sin su instrumento era el siempre talentoso Nacho. A pesar de eso él no se daba por aludido y seguía corrigiéndonos –aunque hay que ser honestos, cada vez lo hacia menos y cada vez le refutábamos más sus observaciones- él no se daba cuenta que teníamos la excusa perfecta para pedirle que dimitiera de la banda, después de todo, ya teníamos lo esencial para triunfar y la fama nos esperaba con los brazos abiertos.

Entre tanto, y a falta de ensayos, empezamos a desarrollar un estilo propio para dar a conocer nuestro material en el difícil mundo preparatoriano: comenzamos a escribir historias, las cuales intercalábamos con temas de nuestra propia autoría para hacer una especie de cuento musical o radio novela, Nota del Phineas: (Algo así como el programa radial de Cri-Cri, pero para dementes) en donde se intercalaban las historias que escribíamos y las canciones que componíamos. Antes de que terminara el semestre, las radio novelas musicales ya eran todo un éxito entre nuestro nutrido grupo de 8 amigos -contándonos por supuesto a nosotros cuatro-.

Ya para esas fechas asistíamos a los bailes de XV años y a todas las fiestas juntos, y teníamos la enorme responsabilidad de que nos vieran juntos para todos lados, como éramos el grupo musical de nuestro círculo de amistades, teníamos la gloriosa tarea de amenizar las reuniones con nuestras mas nuevas creaciones y prometerles a nuestras fans que un “día de estos” las invitaríamos a que nos escucharan ensayar. Nacho seguía acaparando la mayor parte de las fans, seguía tocando bohémiamente el piano para consentir a nuestras admiradoras e invariablemente terminaba siendo el centro de atracción de nuestro grupo.

Entre tanto el trabajo en “La Minerva” cada vez era menos divertido y cada vez teníamos más responsabilidades, (Los dueños insistían en que trabajáramos) los turnos parecían eternos, los dueños de la nevería -de origen griego- ante la inminente falta de comensales, a ratos quitaban la música de rock para sustituirla con música típica griega, despejaban un área del lugar de sillas y mesas, y se ponían a bailar al tiempo que gritaban “Opa Opa”. Nosotros estábamos fastidiados, ya teníamos los instrumentos ¿qué nos ataba a ese lugar, porqué no pasar la tardes tocando en lugar de trabajar? Fue cuando Nacho cometió su ultimo error.

«Cantinero, sírvame esa copa rota…»

Resulta que cada vez que rompíamos un vaso, un plato o una copa, invariablemente el valor de dicho utensilio se nos descontaba de nuestro salario, no había mayor problema por aceptar esa responsabilidad, sin embargo Nacho no estaba dispuesto manchar su historial laboral y a pagar por una copa que accidentalmente había roto, así que decidió ocultar la evidencia de su error, y la arrojó al techo del local. Lo que nunca se imaginó, es que la copa golpeó el tinaco y provocó una rotura en el mismo, lo cual originó una fuga de agua tan estrepitosa que tuvieron que hablar al plomero para que encontrara la causa de la falla, de tal forma llegamos al día siguiente y para sorpresa de nosotros, la dueña de la nevería nos mando hablar y nos sentó en la mesa que acostumbrábamos usar para comer en nuestros descansos, nunca nos hubiéramos imaginado que en la mesa estaría esperándonos la copa rota, la misma que un día antes Nacho había arrojado al techo. Una vez explicándonos todo lo que esa copa había ocasionado y el gasto que por sí había generado, volteó hacia todos y cada uno de nosotros y preguntó: “¿quién rompió y aventó la copa al techo?”…todos nos quedamos mudos, por que si bien todos sabíamos quien había sido el autor de dicha acción, como grupo teníamos un código no escrito de honor que nos obligaba a no echar de cabeza a ninguno de nosotros, sin importar que tan justo o injusto era por si mismo dicho silencio Nota del Phineas: (Aunque yo estaba dispuesto a decir quien había sido porque después de todo, Nacho me caía mal)….como la señora notó de inmediato que no diríamos quien fue, nos dijo que el dinero que le costó la reparación nos lo rebajaría a todos y se retiró, inmediatamente Nacho nos pidió que no lo delatáramos, y nos dijo que él nos pagaría lo que nos rebajaran.

Irónicamente, Nacho había derramado la gota que colmó la copa; en secreto Carlos y Phineas, me hablaron para decirme lo que ya veía venir desde hacía un tiempo atrás: Nacho ya no podía ser parte del grupo, y es que las críticas constantes, las burlas que cotidianamente hacia del ritmo de Carlos y de las letras de las canciones de Phineas y mías, habían por fin llegado a su límite, y como era mi amigo, a mi me correspondía darle la noticia. En una llamada inusual para juntarnos y en presencia de todo el grupo, le tuve que dar la terrible noticia, argumentando que no podíamos esperar a que él comprara su teclado y su amplificador, su suerte ya estaba echada. Nacho no podía creer lo que sus amigos y compañeros de grupo le estaban diciendo, él que tanto había aportado al grupo, ahora ese mismo grupo le daba la espalda, entre un llanto mal disimulado se levantó de la mesa, consciente de que no había marcha atrás, se retiró del lugar, y pasarían 2 años antes de volver a tener un acercamiento de nuevo con él.

Carlos a pesar de ser “El rey de la polka”, por sus accidentados ritmos en la batería, tenia corazón de pollo, y la escena le conmovió de sobre manera, y a pesar de haber mostrado una determinación de acero al apoyar la salida de Nacho, él estaba dispuesto a darle una nueva oportunidad, sin embargo Phineas veía como inútil esa segunda oportunidad ya que suficiente trabajo había costado superar la etapa de expresarle lo que en verdad «pensábamos» de Nacho, como para ahora dar marcha atrás, y yo por mi parte no tenia cara para decirle “no te creas, vuelve a tocar con nosotros”, pues bien, no había vuelta de hoja. Nota del Phineas: (Aquí me gustaría hacer un paréntesis para comentar algo que Pinball Wizard omitió, y es que después de que le diera la noticia a Nacho, él regresó a los 15 minutos para decirnos a Carlos y a mi que estába dispuesto a comprar su instrumento con tal de seguir en el grupo. Carlos y yo nos miramos y comprendimos que nuestra coartada se desmoronaba, así que me dirigí a Nacho y le dije: «Es que Nacho…nos caes mal» y si sirve de consuelo, una ex-novia me dijo lo mismo cuando me cortó 10 años después) Repentinamente el cuarteto había pasado a ser trío, y a pesar de ya contar con algunas habilidades para tocar en conjunto y tener mejores técnicas de ejecución, necesitábamos a alguien que al igual que el anterior elemento, nos diera el soporte musical para sustentar nuestras ideas para escribir canciones.

Pasaron algunas semanas antes de que Phineas recordara que tenia un amigo a quien llamaremos: MA. MA al igual que Nacho, había sido instruido desde pequeño en las artes musicales, tocaba el piano, órgano, flauta dulce, guitarra y además sabia leer y escribir música, y para fortuna de nosotros, no tenia las pretensiones de ser la estrella del grupo, así que MA fue recibido con mucho ánimo por parte del grupo. MA tenia un especial interés en la experimentación de sonidos, y a diferencia de Nacho, nos ayudaba a orquestar nuestras canciones, y en ocasiones hasta nos preguntaba -con cierto grado de asombro- cómo es que sin tener conocimientos formales de música, habíamos sido capaces de escribir canciones con diferentes armonías; este tipo de comentarios por supuesto que nos levantaba el ego y el orgullo de ser músicos sin mayor formación que la clásica fórmula de prueba-error.

Como es bien sabido a estas alturas, éramos –sin contar a MA- una especie de esponjas que absorbíamos lo más que podíamos, ya sea viendo las técnicas utilizadas por los demás, o preguntando descaradamente como es que había hecho lo que hacía y sonaba tan bien. MA se dio cuenta inmediatamente de nuestra técnica de aprendizaje, sin embargo sabia que por más que le preguntáramos, nuestra curiosidad se limitaba únicamente a sus conocimientos acerca de la guitarra, ya que con los arreglos de bajo y los ritmos de la batería nos la arreglaríamos después, a MA por su parte le preocupaba más un aspecto -que a pesar de nuestra avidez por aprender a tocar- habíamos descuidado en exceso: la parte vocal.

Nos preocupábamos tanto por tocar bien, que no prestábamos atención a los alaridos que dábamos al cantar, MA nos enseño que no se le llama “segunda voz” al mero hecho de que dos individuos estén cantando, así que nuevamente se abrió otro horizonte por dónde podíamos experimentar, pero ahora con la voz, MA nos ayudo a entender la estrecha relación que había entre tocar un instrumento y cantar afinado, y nos sorprendió sobre manera saber que cantar afinado era menos difícil de lo que parecía. Para ese entonces habíamos hecho una parada momentáneamente a nuestra faceta de compositores, ya que ahora con un poco más de conocimiento de causa nos dábamos cuenta de que clase de bodrios musicales habíamos engendrado, tratando de reparar el daño. Intentamos –ahora si- agregar acordes y arreglos a los temas de nuestros inicios, sin embrago pronto desistimos de la idea, percibiendo que sería más fácil escribir nuevas canciones poniendo más atención al aspecto musical, técnica de ejecución, afinación, segundas y terceras voces, puentes, solos de guitarra y conceptos más elaborados, cosa que no seria tan difícil, tomando en cuenta que cualquier canción compuesta con más de 4 acordes, sonaría mejor que una que repetía a diestra y siniestra un serie interminable de “sha la la la´s”.

Sin embargo, y como se habrán dado cuenta, aun no teníamos un nombre de pila para la banda, fue ahí cuando movidos más por la simpatía personal que por el talento musical, invitamos al grupo a un quinto integrante a quien llamaremos AC. AC tenia la peculiar característica de no tener talento para tocar más de 3 acordes seguidos, sin embargo era una persona muy carismática, fue precisamente él, quien nos pasó una interminable lista de posibles nombres para el grupo –dicha lista la había adquirido de una serie de nombres que habían sido desechados por otro grupo en donde él había tocado- de tal forma escuchamos varios nombres hasta que AC mencionó: «Aliento Canino», era un nombre que llamaba la suficiente atención como para ser recordado, sin ser pretencioso pero sin pasar desapercibido tampoco, me gustaría decir que AC hizo más aportaciones creativas, sin embargo como bien te habrás dado cuenta amable lector, seguíamos con la metodología que nos caracterizaba : “toma lo que necesites y desecha lo que no”, así que de nueva cuenta tuvimos que dejar partir a un integrante del grupo, pero esta vez no fuimos tan crueles, esta vez ya habíamos dejado atrás la cruel adolescencia y nos portamos como todos unos hombres, así que sin mas ni más, lo dejamos de buscar, dejamos de contestar sus llamadas, hablar o saludar a AC. Con el tiempo ambas partes entendimos que no había sido nada significativo, así que no hubo rencores….bueno, quizás algunos…que algún día nos cobraremos en esta vida…o en la siguiente. Nota del Phineas: (Yo por mi parte ya me los empecé a cobrar llamando a las 4 de la mañana a AC y colgando sin decir nada…)

Continuará…