Sin embargo, todavía queda tiempo para una cadena…

Una de las manias de Dios es hablar de una forma en que nadie le entiende, siempre habla por medio de acertijos o de manera incompleta. A los muy religiosos les encanta esta imagen de Dios y esta cadena lleva esa visión al límite. Si Dios te pide que te comas un kilo de estiercol o que mates a tu primogénito, sus muy respetables razones tendrá.

Al final el autor exige sin vergüenza que mandes este mail porque «si lo recibes es porque Dios te está hablando» ¡habrase visto!

Gracias a Adrián Concha por la cadena «El litro de leche»

¿Dios habla aún con las personas?
Un joven de vida espiritual (como todos ustedes, amiguitos y amiguitas) fue a una reunión de estudio de la Biblia (ya había escuchado sobre estas reuniones, lo que no entiendo es ¿qué diantre le estudian?) en la residencia de un matrimonio amigo. Era noche de jueves.
El matrimonio dividió el estudio entre oír a Dios y obedecer la palabra del Señor. (un tema sumamente importante. Yo pensaba que discutían la forma de ayudar a la gente, ser generosos y demás cosas aburridas, pero esto es mil veces más interesante.)

El joven no podía dejar de querer saber si «Dios aun habla con las personas». (Este joven era tan loser que hasta sus propios compañeros del estudio de biblia lo veían con malos ojos)
Después del estudio, el salió para tomar un café con los amigos que estaban en la reunión familiar, (Los amigos intentaron engañarlo diciendo que se iban a ir a sus casas, pero el muchacho los siguió hasta el café) y discutían un poco más sobre el mensaje de esa noche. (el seguía preguntando si Dios aun hablaba con las personas)
De formas diversas ellos hablaban cómo Dios había conducido sus vidas de maneras tan diferentes. (Uno de ellos le dijo: «Ya ves, Dios me hizo inteligente, a ti te hizo idiota»)
Eran aproximadamente las 22 horas cuando el joven se despidió de sus amigos (que no dudaron en demostrar su alivio) y comenzó a dirigirse a su casa.
Sentado en su automóvil, comenzó a pedir: «Dios, si aún hablas con las personas, habla conmigo. Yo te escuchare. Haré todo para obedecerte» (Seguía malo el muchachito)
Mientras conducía por la avenida principal de la ciudad, tuvo un pensamiento muy extraño, como si una voz hablase dentro de su cabeza: (Su cabeza era tan hueca y vacía, que realmente se asustó)
«Para y compra un litro de leche».
El movió su cabeza y dijo en alto: «Dios, ¿eres tú, Señor?». (su cerebro hizo un esfuerzo por decir «no idiota, soy yo» pero al parecer no lo logró)
No obtuvo respuesta y continuó dirigiéndose para su casa.
Sin embargo, nuevamente, surgió el pensamiento:
«Compra un litro de leche». (me encanta ese grado de misterio que siempre pone Dios a sus mensajes: «compra un litro de lecheee…»
El joven pensó en el pasaje de la Biblia que habla de Samuel y cómo él no reconoció la voz de Dios, y cómo Dios habló con Samuel. («y como Samuel le decía que no lo reconocía, y como Dios le decía que el era Dios y como Samuel no le hizo caso, y como Dios lo destruyó y como…»)
¡Muy bien, Dios!
En caso de ser el Señor, voy a comprar la leche.
Esto no parece ser una prueba de obediencia muy difícil.
Total, uno podrá también usar la leche. (Pero Dios le tenia preparada una sorpresa a nuestro crédulo muchacho…como siempre)
Así que paró, compró la leche y reinició su camino a casa.
Cuando pasaba por la séptima avenida, nuevamente sintió un pedido:
«Gira en aquella calle».
Esto es una locura, pensó y pasó de largo el retorno. (Comprar un litro de leche porque te lo pide una voz esta bien pero ¿girar en una calle? ¡Jamas!)
Nuevamente sintió que debería haber girado en la séptima avenida.
En el siguiente retorno, el giró y se dirigió por la séptima avenida.
Medio bromeando, dijo en voz alta:
«Muy bien, Dios. Lo haré». (Dios no entendió la broma y le dijo que era un idiota pero el muchacho se hizo el desentendido)
Siguió avanzando por algunas cuadras cuando de repente sintió que debía parar. Se detuvo y miró a su alrededor.
Era un área mixta comercial y residencial.
No era la mejor área, más también no era la peor de la vecindad.
Los establecimientos estaban cerrados y la mayoría de las casas estaban a oscuras, como si las personas ya se hubiesen ido a dormir, (¡O como si Dios les hubiera hablado para decirles que se fueran a comprar un litro de leche!) excepto una del otro lado de la calle y que estaba cerca.
Nuevamente, sintió algo, «Ve y dale la leche a las personas que están en aquella casa del otro lado de la calle».
El joven miró la casa.
Comenzó a abrir la puerta del coche, pero se volvió a sentar.
«¡Señor, esto es una locura!» (El Señor comenzaba a fastidiarse del pobre puqueque)
¿Cómo puedo ir a una casa extraña en medio de la noche?».
Una vez más, sintió que debería ir a dar la leche.
Finalmente, abrió la puerta,»Muy bien, Dios, si eres el Señor, iré y entregaré la leche a aquellas personas. («porque si fueras Samuel te juro que ni caso te hacía»)
Si el Señor quiere que yo parezca un loco, muy bien.
Yo quiero ser obediente. (Dios hizo un esfuerzo por no lanzar una risita burlona)
Pienso que esto va a contar para algo; sin embargo, si ellos no responden inmediatamente, me iré en el mismo acto. (Si, si, lo que tu digas «chico obediente»)
Atravesó la calle y toco la campanilla.
Pudo oír un barullo viniendo desde dentro, parecido al llanto de una criatura. La voz de un hombre sonó alto:
¿Quien está ahí? ¿Que quiere?.
La puerta se abrió antes que el joven pudiese huir.
De pie, estaba un hombre vestido de jeans y camiseta. (menos mal que estaba vestido)
Tenía un olor extraño (que dato tan interesante) y no parecía feliz de ver a un desconocido de pie en su solera.
«¿Que pasa?»
El joven le entrego la botella de leche.
«Compre esto para ustedes».
El hombre tomó la leche y corrió adentro hablando alto. («¡Vieja! ¿dónde está mi escopeta?»)
Después, una mujer pasó por el corredor cargando la leche en dirección a la cocina.
El hombre la seguía, sosteniendo en brazos una criatura (enorme, negra y peluda) que lloraba.
Lagrimas corrían por el rostro del hombre y luego comenzó a hablar, medio sollozando:
«Nosotros oramos».
Tenemos muchas cuentas que pagar este mes y nuestro dinero se había acabado.
No teníamos más leche (ni carne fresca) para nuestro bebe. («bebe» entre comillas)
Apenas ore le pedí a Dios que me mostrase una manera de conseguir leche. (y un buen trozo de carne fresca…)
Su esposa grito desde la cocina:
«Pedí a Dios que me mandara un ángel con un poco… »
¿Ud. es un ángel? (el hombre ya apuntaba al joven con la escopeta)
(«no, yo…yo…no soy un a-angel…)
El joven tomó su cartera y sacó todo el dinero que había en ella y lo colocó en las manos del hombre. (El hombre dijo: «Muy bien, porque no podríamos alimentar a nuestro «hijo» con un «ángel», sería pecado…»)
Se dio media vuelta y se fue a su vehículo, (Sin embargo el hombre le disparó en una pierna y lo arrastró hacia su casa) mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. (Ahora se daba cuenta porque las casas del vecindario parecían desiertas. Resulta que el «hijo» era una bestia deforme que sentía predilección por la leche…y la carne humana)
El experimentó que Dios, todavía responde los pedidos de los justos. (y sus amigos del grupo de Biblia sintieron lo mismo el siguiente jueves cuando el muchacho no se apareció…)
Ahora, una simple prueba para ti: (¿ve y compra un litro de leche?)
Si crees que Dios todavía habla, manda este mensaje a todos tus amigos.
Si estás leyendo este texto es porque Dios te ha hablado. (Seguramente el que escribió esta cadena cree que somos igual de idiotas que el joven de la historia)
«Si crees en Dios sigue mandándolo»