Shinning happy people

“…Come together…” suenan los “Beatles”. Así es amigos, me encuentro de nuevo en el mismo “antro-bar-beatnick” rodeada de especie taxonómica claramente definida. Por desgracia, se deja oir sin previo aviso una rola de “La Guzmán” que me hace perder la concentración y siento una presencia cercana que se empeña en ver lo que estoy escribiendo. Muy mal.

El panorama que me ofrece la mesa donde me encuentro, es por demás interesante…no es cierto, pero algo tengo que escribir. Estoy en el segundo piso y puedo observar no sin asombro, a los parroquianos de la planta baja. Hay de todo y se ven muy bien todos juntos en su ecosistema….

Están –por supuesto- las rubias devotas de “Miss Clairol” (porque los caballeros las prefieren rubias…-sic-), los clasemedieros Calvin Klein y Tommy Hillfigher y las secretarias agotadas después de la semana laboral. No pueden faltar los “rucos-modernos” peinados al estilo “baila mi rey”, que son en su mayoría hombres de 45 años en adelante que visten como preparatorianos dejando a su paso una estela de «Old Spice» y echando miraditas coquetas a ver quien las pesca. Muy patético.

Como siempre, los feos bailan sin ton ni son para hacerse notar por las feítas que tienen cuatro horas sentadas y platicando entre ellas, porque no se les acerca nadie ni por equivocación. Los que se quedan parados, forman barreras infranqueables, muros de contención que nomás estorban y no lo dejan a uno salir de este lugar a menos que vaya blandiendo cuchillo en mano o vomitando a diestra y siniestra. Es muy improbable llegar al baño bajo éstas condiciones. Es más fácil orinarse a medio camino y –por supuesto- muy vergonzoso.

Parece que sienten una enferma pasión por bailar donde les agarren las ganas….en el pasillo, sobre las sillas, sobre las mesas, encima de alguna persona caída, etc. Cómo no les dan ganas de bailar sobre el barandal del segundo piso? Esto último me haría la vida más placentera.
Tienden a agruparse en manadas, beber cerveza y engullir sendos platos de palomitas y frituras. Las féminas no pueden ir solas al baño, tienen que ir en bola…no les vayan a decir alguna “malcriadez” en el trayecto. Los hombres vigilan que sus vasos jamás estén vacíos y cigarro en mano se contonean al ritmo de alguna canción de Banda Machos.

Llegó la hora de las rifas!!…viajes a Cancún y celulares!!….hurra, hurra, qué emocionante! Quienes serán los ganadores??…………Ojalá que los viajes sean solo de ida. Los baños están infestados de niñas resanándose la cara con “Angel Face” y pegotes de rimel. Entro al sanitario….salgo, me dirijo al lavabo, me pongo jabón líquido en las manos y abro el grifo del agua….jaja!…no sale. Gracias. Eso me saco por insidiosa. Todas se me quedan viendo con cara de: “Qué ossooo Panda!!! Salgo de ahí con la frente en alto y regreso a mi mesa aparentando que la vida me importa un serenado pistache.

Todos rien y conversan según ellos de algo muy interesante. Muy bien. Llegó lo inevitable: el potpurrí de “Timbiriche”. Todos se paran, levantan los brazos y hacen movimientos estrambóticos; sus ojos se desorbitan y gritan: “…tú y yo somos uno mismo…uooo!!” -…ni Dios lo permita!!…- pienso yo. Y ahí están, baile que baile, bien divertidos todos juntos como en una película ochentera de Lucerito. Me pregunto si estaría yo mejor en alguna cantinota de la Calzada Madero escuchando a Paquita la del Barrio. No lo sé.

Las oscuras presencias merodean mi espacio con curiosidad, con un ojo en sus “drinks” y otro en lo que escribo. Si supieran, me odiarían. El grupo terminó de tocar y ahora se oye sonar la voz de Will Smith, lo cual me hace querer salir de aquí inmediatamente, hasta aquí dio mi resistencia al castigo que hoy me ha impuesto la realidad.

Son todos ustedes muy amables, muy brillantes y muy felices. Espero no volver a verlos nunca. Gracias.

Shakespeare Sister